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Francia prohíbe, por ley, los vuelos cortos

Francia prohíbe, por ley, los vuelos cortos
El Congreso galo aprueba la prohibición de aquellos vuelos cortos en avión entre destinos que puedan conectarse en tren en menos de dos horas y media

Los vuelos cortos están condenados a su desaparición. Ya son varios los países europeos que abogan en este sentido y Francia se ha unido ahora a ese grupo después de que su Congreso aprobara este fin de semana una ley con la que va a prohibir aquellos viajes en avión entre destinos que puedan conectarse en tren en menos de dos horas y media.

Esta medida forma parte de un proyecto de ley más amplio sobre clima, que entra dentro del plan de medio ambiente. El objetivo de éste es reducir las emisiones de carbono antes de 2030 a niveles de 1990, como se comprometieron los países europeos en el Acuerdo de París. La ley tendrá ahora que superar su votación en el Senado antes de que la Asamblea Nacional la apruebe de forma definitiva.

Pese ello, esta medida ha encontrado las críticas de los activistas ambientales, quienes exigían que deberían haberse prohibido todos los viajes en avión que se pudiesen hacer en cuatro horas en tren. Una medida que estaba dentro de las propuestas del panel de ciudadanos de la Convención del Clima, que había publicado el propio presidente Emmanuel Macron.

Aunque la oposición critica que bajar el límite de cuatro horas «salvaría las tres rutas que emiten más gases de efecto invernadero (París-Niza, París-Toulouse y París-Marsella)», el ministro de Transporte, Jean-Baptiste Djebbari, advierte que la propuesta del Gobierno es «razonable» y que mantener el umbral de las cuatro horas «habría afectado a territorios que necesitan los vuelos». Al tiempo que señala que, cuando hay una alternativa «sólida» en tren, los ciudadanos eligen esta vía para comunicarse.

Viajes en avión más «sostenibles»

Francia no es el único país europeo que avanza en este sentido. En Suecia, este mismo fin de semana, el ministro de Medio Ambiente, Per Bolund, anunciaba impuestos al aterrizaje y al despegue en los dos principales aeropuertos del país, Arlanda (Estocolmo) y Landvetter (Goteborg). El objetivo es gravar a los aparatos más viejos y de premiar a las aerolíneas más «sostenibles», que tengan los aviones con menos impacto medioambiental.

Y Austria quiere eliminar los vuelos entre destinos en los que se pueda llegar en tren en menos de tres horas y que ya el pasado año exigió a su principal aerolínea a suplir uno de sus vuelos por un servicio de tren más frecuente. E incluyó esta medida entre los criterios de su plan de rescate.

Precisamente, como se puede apreciar en este caso, toda esta pelea por reducir la emisión de carbono llega en un momento crítico para la industria de la aviación, una de las más afectadas por la pandemia con la reducción de los viajes y la movilidad. Y que ya, antes incluso de que ésta llegara, las aerolíneas estaban poniendo en marcha, exigidas por los usuarios, sus propios proyectos para contaminar menos con varias alternativas que van desde el cambio de combustibles a aviones eléctricos, o hasta el avión del MIT, que capturaría sus propias emisiones contaminantes.

Ahora centrados en la prioridad de acabar con el coronavirus y con el ‘alivio’ que ha supuesto la drástica reducción de vuelos y de usuarios de los aviones por este mismo motivo, España deberá afrontar una situación similar conforme todo se normalice y empecemos a movernos como antes. Aunque se manejarán otras alternativas, el futuro de los desplazamientos cortos en avión entre algunos destinos está abocado a desaparecer.

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