Si te digo la palabra Marbella ¿qué te imaginas? ¿Te imaginas el famoseo, coches de lujo, fiestas o calles encaladas, estrechas y llenas de flores? ¿Te imaginas yates, playa y sol o rincones tranquilos donde hasta se oye fluir el agua? Seguro que lo primero.
Pues no, hay otra, de hecho hay muchas Marbellas en una, la de playa, la del lujo, la de la fiesta, la de las compras…; pero también la histórica y cultural, ésa que recuerda a un pasado no tan lejano y que te adentra en lo que hasta no hace demasiados años era un pueblo pesquero andaluz, de reminiscencias árabes, calles estrechas y blanqueadas, flores, santuarios y hasta su castillo.
Me estoy refiriendo al casco antiguo de esta conocida ciudad malagueña y a su Barrio Alto, un pequeño oasis en medio de la vorágine y que, si nos atenemos a lo que te dicen en la oficina de turismo, puede visitarse en tan solo una hora.
He ido muchas veces a Marbella en verano, pero nunca en invierno. Tal vez por eso lo disfruté más si cabe. O tal vez porque nunca había estado tan solo por esas calles que bien podrían ser de cualquier otro pueblo costero andaluz sin tanta fama ni lujo como éste.
Si te decides a verlo, ¿por dónde empezar? La lógica te dice que lo hagas por el punto neurálgico, por una Plaza de los Naranjos que es el centro de todo y el origen en torno al que se construye la ciudad desde época medieval.
Plaza de los Naranjos
Un patio de los naranjos. ¿A qué te suena? A la Mezquita de Córdoba, a la Catedral de Sevilla, a las calles de múltiples pueblos blancos andaluces. ¿Podría haber algo más andaluz y, a su vez, de influencia árabe que esto? Aunque los naranjos que le dan nombre son actuales, de mediados del siglo XX, recuerdan que esta ciudad una vez se llamó Marbiliya.
En esta plaza se asentaron las estructuras de poder políticas (Ayuntamiento y Casa del Corregidor) y religiosas (Ermita de Santiago) tras la conquista cristiana. Y ahí siguen con ciertas modificaciones como si estos cinco siglos no hubieran pasado por ellas. La cárcel y la alhóndiga, con los nuevos tiempos, pasaron a mejor vida, pero su lugar lo han tomado mesones y terrazas que invitan a sentarse.
También una de las cuatro Oficinas de Turismo que tiene la ciudad, paso obligado para que el quiere ver e indagar un poco más en lo que Marbella ofrece al visitante.

Una ruta por la historia
Marbella cayó a manos de los Reyes Católicos en 1485, sólo siete años antes que Granada. Y lo hizo sin apenas derramamiento de sangre ni destrucción, por lo que la localidad mantendría su fisonomía. Un trazado medieval que aún conserva y que hace que el visitante que no conozca la ciudad costasoleña, acostumbrado a ver imágenes de lujo y fiesta, se sorprenda de encontrar algo tan diferente y más cercano a un pueblo de la sierra que a la ciudad por antonomasia de la jet set.
Aunque para hacer la Plaza de los Naranjos y conformar los edificios desde los que se ejercería el nuevo poder tuvieron que ‘despejar’ la zona, las calles que rodean la plaza dejan ese sabor a la Marbiliya antigua.
En ellas vamos a encontrar por todos lados capillas, vírgenes en hornacinas, estatuas de santos, algunas muy antiguas, otras no tanto, el interesante Museo del Grabado Español Contemporáneo… También hay tiendas de todo tipo –desde boutiques hasta de deportes-, hostales, cafés, tabernas, restaurantes, guesthouses, etc., pero ni estos desentonan. Incluso la hermandad del Rocío de Marbella, que se encuentra en la calle Rafina.

Una fortaleza árabe
Si te puede parecer sorprendente que se mantenga parte del callejero antiguo, más aún que exista un castillo en el centro neurálgico de la ciudad. Y, sin embargo, es una de las imágenes icónicas de Marbella y al que muchos turistas acuden a ver y a hacerse una foto junto a él. Aunque más bien podría decirse que son sus restos, pues gran parte de la fortaleza se perdió a lo largo de los últimos siglos, especialmente después de que desde mediados del XIX muchas casas se construyeran en su interior y en torno a ella.
Pese a ello, aún conserva varios tramos de muralla y alguna torre. La más alta da a lo que era el arroyo de la Represa y hoy es un precioso parque que lleva su nombre. Aunque está embovedado, la salida al mar del arroyo es espectacular cuando llueve.
En los muros puedes apreciar algunas curiosidades que delatan los materiales con los que se construyeron. El caso más peculiar son los capiteles jónicos incrustados entre el resto de sillares. Claramente visibles desde la calle Trinidad, junto a la Plaza de la Iglesia, delatan su pertenencia a una obra anterior romana.

En este sentido, aunque la fortaleza es musulmana y se construyó, previsiblemente, en el siglo X por orden de Abderramán III. Estudios recientes demuestran que se levantó sobre una construcción de una época anterior a la llegada de los árabes a España.
En su día fue una poderosa alcazaba que hizo de esta ciudad una de las más importantes del litoral del Reino de Granada. Fue una plaza fundamental, sobre todo tras la caída de Tarifa dos siglos antes -en 1292-, para entrar desde el norte de África. Es por ello que, tras Ronda, los Reyes Católicos situaran como siguiente objetivo de conquista a la actual Marbella. En los albores de la guerra, el fin era cortarle al Reino Nazarí su principal vía de suministro.
El tapeo
Sin duda es uno de los grandes alicientes de Marbella, como de toda la Costa del Sol y, por extensión, de Andalucía. La amplia y variada oferta culinaria abarca todos los gustos. Y, en pequeño, el casco antiguo es un ejemplo de ello, con restaurantes de todo tipo, tabernas, bodegas, cafés… Aunque sus nombres no suelen estar entre los más de moda de esta populosa ciudad, pues eso se lo dejan a otros aparecidos en partes más cercanas a las zonas lujosas y al mar, sí tienen, en la mayoría de los casos, esa solera que les da el tiempo.
Aunque no me gusta recomendar lugares porque no puedo compararlos con otros en los que no he estado, al menos sí puedo decir que tapeé muy bien en alguna de mis visitas a esta ciudad en locales como el bar El Estrecho o La Niña del Pisto en la calle San Lázaro, la bodeguita El Callejón en la calle Álamo o la sidrería La Paca y el bar Arco en la calle Peral.
Da igual estos u otros. Todos tienen un alto nivel. Si paseas por este casco histórico, lo importante es que no dejes pasar la oportunidad de deleitarte, aunque sólo sea con un café, de la oferta marbellí.

El Barrio Alto
Aún hay más. Conectado por medio de la calle Ancha –antigua calle Real-, en torno a la cual se formó, está el conocido como barrio Alto o de San Francisco. Era un arrabal en época musulmana que se creó al norte de las murallas, pero que hoy día se incluye en lo que se denomina Casco Antiguo u Old Town marbellí; pues ya era y siguió siendo el principal núcleo habitado extramuros tras la conquista cristiana.
El nombre de San Francisco se debe a un antiguo convento, hoy derruido, sobre cuyo solar ahora se levanta el albergue juvenil. Y su principal referencia es la ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz, desde la que el Lunes Santo sale una de las procesiones más conocidas de la ciudad.

De postre
Y ¿si salgo de ahí? Pues lo tienes todo. Al casco histórico lo rodean paseos, parques, el conocido como Barrio Nuevo, porque creció después del Alto… Y el mar. A apenas a cien metros está el paseo marítimo de Marbella y, entre medias, puede ver el Paseo de la Alameda y la Avenida del Mar, un museo ambulante donde reina Dalí, aunque todas sus obras sean réplicas del original.
Y, a partir de ahí, la más conocida, con sus tiendas, sus palacios y sus yates. Y aunque sea invierno, no te creas que no vas a ver a nadie bañándose. Si estás cerca y dudas, no dudes. Pocas ciudades hay tan completas. Y es cierto que el casco antiguo de Marbella se puede ver en una hora, pero si puedes disfrutarlo para qué te vas a conformar sólo con verlo.

Datos prácticos
Oficinas de turismo
En Marbella (Plaza de los Naranjos y Glorieta de la Fontanilla). Puerto Banús (Plaza Antonio Banderas). San Pedro Alcántara (Avda. Marqués del Duero, 69).
Qué ver en Marbella: Casco Antiguo y alrededores
- Plaza de los Naranjos (s. XV)
- Ayuntamiento (s. XVI)
- Antigua Casa del Corregidor (s. XVI)
- Ermita de Santiago (s. XV)
- Iglesia de Nª Sra. De la Encarnación (s. XVII)
- Hornacina de la Virgen de los Dolores
- Castillo Árabe (s. X)
- Capilla del Santo Sepulcro
- Museo del Grabado Español Contemporáneo (Antiguo Hospital Bazán, s. XVI)
- Capilla y Antiguo Hospital de San Juan de Dios
- Casa Correa (s. XVIII) en la Calle Ancha
- Ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz (s. XVI)
- Parque Arroyo de la Represa (Museo del bonsái)
- Paseo La Alameda (s. XVIII)
- Avda. del Mar (Esculturas de Dalí, réplicas)

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