El filósofo francés Jean Paul Sartre definió a Santillana del Mar en su obra más famosa como la aldea más bonita de España. Capital del Turismo Rural 2019, conjunto histórico-artístico nacional desde 1943, una de las primeras en incorporarse a la asociación de Pueblos más Bonitos de España y una encuesta realizada por el diario El País en 2017 la situó entre los tres más bonitos, otra similar, hace algunos años más, como el número uno… ¿Hace falta seguir?
Sin escribir ni una palabra de lo que puede mostrar, con esos datos ya te dan ganas de ver y sentir qué tiene para merecer tanta alabanza.
Pero es que hay más. A dos kilómetros del centro urbano está la cueva más conocida de España, que, aunque no se puede visitar in situ desde hace cuarenta años, sí ha sabido clonar una réplica para que todo el mundo pueda acceder a esa maravilla que son las Cuevas de Altamira.
Tengo que admitir que, de pequeño, conocía Altamira y sus ‘bisontes’ por los libros y Santillana sólo me sonaba a un delantero del Real Madrid y de la selección, que por cierto tenía ese nombre porque era de allí.
Luego, con el paso de los años, el Marqués de Santillana y sus serranas volverían a recordarme el nombre en el colegio. Con tanta ‘publicidad’ sabía que tarde o temprano tendría que conocerla. Menos mal que así ha sido.
Llamarla aldea, como Sartre, me parece exagerado, porque no es muy grande, pero yo más bien diría que es lo más parecido a lo que sería una pequeña ciudad medieval y/o renacentista. Primero, porque allí no parece que haya pasado el tiempo. Y, segundo, porque casi no encuentras un edificio que no tenga historia, varios siglos de antigüedad o un escudo que ensalce su solera.
Si no estuvieras rodeado de turistas/viajeros -me incluyo- casi podría sentirme un ciudadano de varios siglos atrás.
Entonces, ¿qué es lo que se puede encontrar?
Qué ver y qué hacer en Santillana del Mar
Simplificando mucho, Santillana del Mar son dos calles. Y dependiendo de si llegas en autobús o dónde dejes el coche, entrarás por una o por otra.
Los primeros te van a dejar en la Plaza del Rey, los segundos los podrás dejar en esa misma plaza, en los aparcamientos situado en Rolaceña o, algo más lejos, en otro párking que hay cerca de la carretera hacia Santander.
Los que aparquen por Rolaceña estarán junto a la oficina de Turismo, buen lugar para visitar y para empezar si no se tiene clara alguna cuestión.
Y a partir de ahí hay dos ‘rutas’. Una te lleva directamente hasta la Colegiata y la otra desemboca en la Plaza Mayor.

Yo ‘voy a hacer’ aquí la segunda, porque es la que realizan la mayor parte de los turistas, que llegan en bus, aunque no fue la mía. Yo, como casi siempre, deambulé por ahí, así que mejor no la pongo.
Si subimos desde la Plaza del Rey por la calle Jesús de Tagle, llegamos a las calles Santo Domingo y Juan Infante para desembocar en la Plaza Mayor. Y entre tanto vamos encontrándonos en la primera calle a la izquierda la ermita de San Roque y, a la derecha, el Convento de Regina Coeli, hoy Museo Diocesano.
Ya en la calle Santo Domingo, el Palacio de Peredo Barrera y la Casa de los Villa, a las que le seguirán las Casas del Álguila y de La Parra -hoy centro de exposiciones-, en la siguiente calle y casi desembocando en una Plaza Mayor que acoge el Ayuntamiento, el Parador Nacional (Casa de Barreda-Bracho), la Torre del Merino, la Torre de Don Borja, la llamada Casa del Cura…

A partir de ahí, por la pequeña calle de Las Lindes aparecemos en la otra vía principal que acaba en la Colegiata, precisamente en el cruce entre dos de las calles que la componen, la de La Carrera y la de Cantón; y en cuyas esquinas encontramos el Palacio de Valdivieso -hoy hotel- y la Torre de Velarde (y de frente, en otra pequeña calle, el Museo de Inquisición o de la tortura).
Bajando por las calles Cantón y Río, la Casa de Leonor de la Vega, la de los Hombrones, la de los Quevedo y de Los Cossío, aparte de un lavadero y una galería que están entre las más fotografiadas de Santillana del Mar.
Y para el final llega el plato fuerte, la Colegiata de Santa Juliana y, especialmente, su precioso claustro. No es lo único que se puede ver en las plazas del Abad Francisco Navarro y de las Arenas, pues ahí también está la Casa de los Abades o de la Archiduquesa Margarita de Austria y el Museo Jesús Otero, en la primera, y el Palacio de los Velarde, en la segunda.
Me he dejado fuera todo lo que hay en la Le Dorat, que sería ‘la tercera calle’ y es la avenida que enlaza el pueblo con Santander por un lado y Comillas por el otro. Y en una de cuyas esquinas está el ya nombrado Museo Diocesano. Y un poco más arriba el vecino Convento de San Ildefonso. Ambos están regentados por las monjas Clarisas, que viven en este último.
Vaya rollo de nombres, hasta 21 para poco más de dos calles.
Puede parecer aburrido, pero es que hay más que aquí no aparece, porque la localidad es una sucesión de palacios y casas, unas con más renombre que otras, unas convertidas en hoteles, otras en restaurantes, la mayoría con escudos nobiliarios… y casi todas dignas de admirar. Si no quieren atiborrarse de tanto nombre, paseen y disfruten.
Aunque siempre hay algo que destaca por encima de lo demás.
Lo mejor de Santillana
Sin duda, lo mejor es el conjunto de todo, porque con lo que más puede disfrutar uno es paseando esas calles y transportándose al pasado, pero si hay que destacar algo que a mí me gustó seleccionaría:
Claustro y Colegiata de Santa Juliana. Abadía en sus inicios (siglo IX), es la referencia de un pueblo que creció en torno a ella y de ella tomó su nombre. Está declarada como Bien de Interés Cultural desde el Siglo XIX.

Convento de San Ildefonso y Museo Diocesano. Barroco el primero y renacentista el segundo. Hoy los regentan ambos las monjas Clarisas. Del convento me quedo, sobre todo, con sus dulces; y del museo, antiguo Convento ‘Regina Coeli’ de Dominicos, con sus obras artísticas.
Casa del Águila y de la Parra. Antiguamente dos casas distintas y hoy una sola, que sirve de centro cultural y de exposiciones. En 2018 era gratuito para los peregrinos que tenían más de dos sellos en su pasaporte. No sé el Gobierno cántabro lo habrá mantenido.
Museo del barquillero, aunque los niños sean los que más puedan disfrutarlo, a veces no viene mal recordar lo que es eso. Nos recuerda este oficio tradicional de la primera mitad del siglo XX con todo tipo de utensilios relacionados con él. Está situado en la Casa de los Abades, junto a la Colegiata.
Las Cuevas de Altamira
Más de uno dirá que, teniendo las cuevas más conocidas de España y casi del mundo, cómo no aparece en la anterior enumeración.
Altamira merece un aparte. Y no sólo porque esté a dos kilómetros del centro urbano sino porque un monumento de este tipo tiene tanto o más importancia que la propia localidad. Y por eso hablaré de ella en otro post más extenso.

Sobra decir de lo que se trata. Esos bisontes son, posiblemente, los más famosos de la historia. Y están en un país en el que desaparecieron hace miles de años. Aunque ahora los hayamos reintroducido en reservas…
Por cierto, hay autobuses desde Santillana a Altamira, aunque no hay demasiados horarios disponibles.
¿Qué puedo comer en Santillana?
Muy preparada para el turismo, aparte de casas, palacios… Santillana del Mar está plagada de hoteles, tiendas y restaurantes, varios situados en algunas de esas antiguas casas nobiliarias a las que antes hacía alusión. Y en éstos se pueden encontrar todo lo que ofrece la zona.
Pese a no ser muy goloso, difícilmente se puede hacer asco a los dulces. Y aquí el típico es la tableta, un rico bizcocho. También se ven los típicos sobaos pasiegos y las quesadas.
Los quesos, como en casi toda Cantabria, son espectaculares.
Lógicamente, estando al lado del mar, el pescado y el marisco son frescos y hay mucha variedad: bonito, merluza, rape, dorada, calamares…, pero también del interior, especialmente el vacuno y los cocidos, ya sea el montañés o el lebaniego.
Los precios, sin ser excesivos, están acordes a la categoría del valor histórico de Santillana del Mar. Si te sales del casco histórico puedes encontrar precios mejores, pero por poco más a veces bien merece la pena disfrutar de lugares tan señalados.
Instagram, lo más fotografiado
Una localidad con tantos alicientes tiene una foto en cada esquina, pero hay determinados lugares que suelen atraer las cámaras y copan la mayoría de las fotos.
La Casa del Cura es la más buscada. Y eso que no estaba entre las que nombraba en la enumeración anterior. Pero su fachada llena de flores invita a contar con ella como protagonista o como fondo de cualquier foto.

El lavadero de la calle Río. Sobre todo visto desde arriba y con la Colegiata de fondo. Otra imagen icónica de la ciudad.
La palabra Amor de la Plaza Mayor. Curiosamente, una tienda (Mitupi & Asas) se lleva parte del protagonismo con esta ocurrencia.
La propia calle Río, con el lavadero y la Colegiata de fondo.
Y la misma Colegiata, tanto su portada como su precioso claustro.

Datos básicos a tener en cuenta
Tal vez por ser tan pequeña no tenga las prestaciones de enlaces que sí ofrecen ciudades más grandes, pero en el caso de Santillana eso no es un problema
Cómo llegar: Santillana está a 30 kilómetros de Santander y a 28 del Aeropuerto cántabro. Hay varios autobuses a lo largo del día con la capital. Y a eso habría que añadir que está a sólo 6 kilómetros de Torrelavega, una ciudad importante con estación de Renfe y todo tipo de servicios. Y con ésta tiene constantes enlaces a lo largo del día.
Oficina de Turismo: Situada en el inicio de la calle Jesús Otero, la que parte frente al Convento de San Ildefonso. Te pueden dar datos de la localidad y también de Altamira, incluidos horarios de autobuses.
Mejor época para ir: Lógicamente, si buscas el buen tiempo, a partir de abril o mayo y hasta octubre tienes más opciones para encontrarlo, también es la época donde hay más turismo, aunque siendo una localidad tan atrayente, éste se hace presente todo el año.

Alojamiento en Santillana: Tiene desde albergues hasta un parador nacional. También posadas, pensiones, hoteles-palacio, etc. Y está bastante bien en cuanto a calidad-precio, ya que hay mucha competencia, pues al ser una zona tan turística y tener tan cerca también las playas de Suances (6 km), te vas a encontrar alojamientos por todos los alrededores, en Barreda, en Viveda, en la propia Suances…
Qué ver cerca de Santillana
Con Suances, y sus cinco playas cerca de Santillana, a sólo 6 kilómetros, la no menos turística Comillas a 16 kilómetros, con la moderna Torrelavega, también, a 6 km, hay mucha facilidad para añadir planes a la visita a Santillana y a Altamira, que por sí solas bien merecen que se les dedique un día entero.
No obstante, me voy a quedar con lo que está más cerca, en el propio Concejo de Santillana, que también da para mucho; y con la vecina y menos conocida Alfoz de Loredo.
Playa de Santa Justa, en Ubiarco. Había oído hasta la saciedad hablar de Santillana del Mar como la Villa de las tres mentiras porque ni es santa, ni es llana ni tiene mar. Y lo que me quedó claro que es que habría que matizarlo, porque si bien llana no es, os lo aseguro, aunque tampoco es que tenga desniveles muy importantes; ni santa, pese a que su nombre sea una evolución de Santa Luliana, a partir de cuya abadía -hoy Colegiata- creció; mar sí que tiene en su Concejo, aunque la playa está en Ubiarco, a unos kilómetros de Santillana. Y bien bonita que es. En esta playa hay una antigua ermita construida entre el acantilado.
Rutas de senderismo. Toda esta zona está plagada de caminos y sendas para disfrutar de la naturaleza. Y hay que tener en cuenta que Santillana fue y sigue siendo parada del Camino de Santiago en su ruta del norte.
Zoológico y Paque Cuaternario, y el Laberinto de la cercana Villapresente. Podría resumir ambos como lo que no vi, aunque conocía su existencia y me lo volvieron a repetir cuando estuve allí. El segundo es el laberinto más grande de España, sobre 5.000 metros cuadrados y formado por unos 4.000 pinos de dos metros y medio.

Alfoz de Loredo, un municipio al oeste de Santillana, formado por siete núcleos pequeños -el más grande sólo cuenta con unos 900 habitantes- y que sin tener fama me pareció muy bien estructurado turísticamente y que sabe bien vender lo mucho que tiene: varias cuevas con vestigios prehistóricos, su monumental Iglesia de San Martín en Cigüenza, la Abadía de Cóbreces, varias casas solariegas e indianas… además de la Playa de Lueña, el histórico Puerto Calderón y la preciosa zona de El Bolao y su antigua harinera.
¿Me he dejado algo? Pues ya saben. Les animo a que lo digan y que, quien visite está preciosa zona sepa a la ‘dura’ tarea que tiene delante: descubrir una pequeña ‘aldea’ con más alicientes que muchas grandes ciudades.
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